miércoles, 7 de septiembre de 2011

La Viña del señor


Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, dueño de un campo, que salió al amanecer a contratar obreros para su viña.
Habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña.
Salió también como a la tercera hora y vio que otros estaban en la plaza desocupados,
y les dijo: “Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo.” Y ellos fueron.
Salió otra vez como a la sexta hora y a la novena hora, e hizo lo mismo.
También alrededor de la undécima hora salió y halló que otros estaban allí, y les dijo: “¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados?”
Le dijeron: “Porque nadie nos ha contratado.” Les dijo: “Id también vosotros a la viña.”
Al llegar la noche, dijo el señor de la viña a su mayordomo: “Llama a los obreros y págales el jornal. Comienza desde los últimos hasta los primeros.”
Entonces vinieron los que habían ido cerca de la undécima hora y recibieron cada uno un denario.
Y cuando vinieron, los primeros pensaron que recibirían más; pero ellos también recibieron un denario cada uno.
Al recibirlo, murmuraban contra el dueño del campo,
diciendo: “Estos últimos trabajaron una sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado el peso y el calor del día.”
Pero él respondió y dijo a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No conviniste conmigo en un denario?
Toma lo que es tuyo y vete. Pero quiero darle a este último como a ti.
¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes envidia porque soy bueno?”
Así, los últimos serán primeros, y los primeros últimos.